
¿Cómo podemos mejorar la comunicación con nuestros adolescentes?
Centro GF desde su Unidad de Psicología os da una serie de consejos para mejorar la comunicación con vuestros hijos adolescentes y que la convivencia sea más fácil.
Dedícales tiempo
La comunicación padres-hijos en estas edades es complicada, porque los padres dejan de ser las referencias principales de los hijos, en la mayoría de los casos, sustituyendo esta relación privilegiada de escucha y admiración a su grupo de iguales.
Por este motivo es importante haber empezado a hablar y crear ese hábito con los hijos mucho antes, cuando los niños tienen como interlocutores privilegiados a su familia, sobre todo a sus padres.
Es difícil empezar a comunicarse con los hijos en la etapa adolescente si no se ha practicado con anterioridad.
Si favoreces que tus hijos, desde pequeños comuniquen y compartan contigo sus alegrías y sus temores, será más fácil de mantener ese hábito cuando entren en la adolescencia.
Para ello es imprescindible haber dedicado tiempo a alimentar esa costumbre de compartir sus inquietudes.
Escuchar
Elkind describió dos fenómenos del pensamiento adolescente: por un lado lo que denominó “fábula personal” y que consiste en pensar que lo que vivimos es único y especial y que nadie más lo puede vivir ni sentir, y por otro la “audiencia imaginaria” que consiste en pensar que los demás están notablemente interesados en lo que pensamos y hacemos, sintiéndose los “reyes del universo”.
Estos dos conceptos de Elkind, nos ayudan a entender por qué es tan importante escucharles:
- Por un lado, les mostramos que son importantes y que podemos comprenderles aunque no estemos viviendo lo mismo que ellos.
- Y por otro, facilitamos la expresión de sus inquietudes, que son muchas y variadas en esa edad.
No interrumpas
Deja que termine de decir lo que te está contando.
No juzgues
A veces escuchar no significa estar de acuerdo. A veces escuchar significa precisamente estar en total desacuerdo. Y no pasa nada.
“Estar”
A veces escuchar significa simplemente eso, escuchar, activamente, sin interrumpir, sin pensar en nuestros propios problemas, simplemente “estando presentes emocionalmente”, incluso en situaciones en las que no podemos solucionar un problema o no tenemos ni idea sobre qué hacer o cómo ayudar”
No generalices
No es lo mismo que tu hijo suspenda un examen de matemáticas y le digas: “no te has esforzado lo suficiente”, a que le digas: “nunca haces nada bien”.
O no es lo mismo que le digas: “hoy no me ha gustado cómo has contestado a tu padre” a decirle: “siempre eres un maleducado”.
“Criticar si, pero bien”
Criticar y reprochar comportamientos, no a la persona: no es lo mismo decir: “ayer te acostaste tarde y hoy te has quedado dormido para ir al instituto”, que: “siempre igual, si es que eres un desastre que no es capaz de levantarse”.
“No criticar en cadena”
Aprovechar los momentos de castigo o reproche por un comportamiento para castigar por otras cosas que se hicieron mal en otras ocasiones: Es muy típico decir: “no me gusta que llegues tarde a casa” y ya de paso aprovechar para echar la bronca por no haber recogido la habitación, por no haber sacado la basura ayer o incluso por no haber felicitado a la abuela el verano pasado…”
No Gritar
A veces la frustración y la dificultad para expresarnos hace que levantemos la voz paulatinamente mientras hablamos con ellos creyendo que eso hace que nos entiendan o simplemente reforzar nuestra autoridad sobre ellos.
Traslademos esto a un ejemplo en el mundo de los adultos. Mañana llegamos a trabajar y nuestro jefe nos abronca delante de nuestros compañeros por haber cometido un error, y además lo hace gritando cada vez más.
¿Qué efecto tendría eso en nosotros? Haría eso que realmente prestáramos más atención a nuestro trabajo o por el contrario nos podría bloquear y generar una emoción negativa y desagradable todo el día? Pues seguramente los segundo.
A los adolescentes les pasa lo mismo: los gritos hacen que encierren en sí mismos o que no escuchen.
Reprochar o responsabilizar “bien”
En general, podemos asumir que los halagos se dan en público y las reprimendas en privado.
El efecto de un reproche en público, y más si está con otros amigos puede ser contraproducente: seguramente sea efectivo a corto plazo porque solucionará la situación. Pero a largo plazo producirá vergüenza y culpabilidad, debilitando su autoestima y su seguridad en la toma de decisiones futuras.
No invadas su espacio personal
Ya no es un niño, necesita su espacio, su intimidad.
Negocia
Las normas con los adolescentes tienen que ser claras pero flexibles. Tienen que tener la opción de decidir. Eso les dará una sensación de autocompetencia, de que pueden aportar, de que tienen capacidad de decidir dentro de unos límites, y eso se reflejará en su autoestima. Negocia las normas, inclúyelos en las decisiones, escucha lo que tienen que decir y refuérzales por ellos aunque no estés de acuerdo.
Permíteles que fallen
Necesitan tomar decisiones y eso implica equivocarse en ocasiones. Es la única forma de desarrollar la capacidad para solucionar problemas y de autoconfianza para tomar decisiones.
Al final, el objetivo es criar adolescentes autónomos: para ello necesitan ser escuchados, ser respetados, sentir que se confía en ellos, que pueden hacer cosas y que incluso pueden equivocarse.
Todo ello es, simplemente VIVIR!
Unidad de Psicología
Consultas y citas en el 91 616 31 62
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